
La noche había llegado a la pradera, las grandes sombras que la luna proyectaba eran un universo lúgubre y gélido, mientras la escasa luz era como la poca esperanza que aun queda de los hombres. Las luciérnagas danzaban al compás de las cigarras, aquella sinfonía nocturna era inigualable, como los cánticos del ditirambo en el esplendor de Grecia. De pronto una joven de larga melena dorada, como los cabellos de Apolo, comenzaba a cantar lo que parecía el complemento de la sinfonía de las cigarras, la dulce y suave voz de la dama hacia bailar hasta el viento, que movía las hojas secas con una delicadeza idéntica a las olas del mar. Las estrellas comenzaron a brillar fuertemente mientras poco a poco aquella melodía se hacia mas intensa, la joven llevaba un vestido ligero de color azul zafiro, sus pulseras y collar parecían estar hechos con finos detalles y el brillo que solamente el hielo podía recrear. La bella dama que descalza se encontraba, había comenzado a girar mientras extendía los brazos, parecía que si estuviera danzando con alguien más, pero solamente a ella se podía observar, el tiempo seguía trascurriendo mientras el aire poco a poco comenzaba a tornarse frió y áspero, la joven continuaba aquel hermoso ritual mientras poco a poco comenzaba la neblina a aparecer, en cada lugar que su delicado cuerpo pasaba, el hielo comenzaba a aparecer, emergiendo este como por arte de magia, el rostro jovial de la damisela estaba lleno de una expresión tranquila y llena de paz, el baile se hizo un poco mas rápido, y el lugar comenzaba a brillar por los cristales de hielo que se habían incorporado en los árboles, con movimientos fuertes una extraña luz comenzó a emerger, una luz marrón hizo que los pequeños espejos de hielo reflectara todo haciendo un gran as de luz comenzara a materializarse, formando lo que aparentemente era otro cuerpo semejante al de la joven que se encontraba danzando, hasta que aquella forma antropomorfa se desplomo en el suelo, la joven del vestido azul se detuvo por completo.
La respiración entrecortada de la joven que se encontraba de bruces en el frió suelo, reflejaba en su rostro un intenso dolor que pereciese eterno y sin fin. El vestido ocre de la joven desfalleciente era simple como el de la otra dama, solo que sus pulseras y collares eran de madera de caoba, y su cabellera era negra y larga recogida por unas pinzas hechas del mismo material al de sus accesorios.
-Oh dulce sufrimiento es el que te he causado… no hay nada mas reconfortante que apoderarme una vez mas de lo que me ha pertenecido… -dijo la joven del vestido azul mientras lentamente se acercaba a la otra.
-Débil estoy, mi cuerpo desgastado se encuentra, pero mi alma arde como la de un guerrero que nunca se rinde y trata de obtener nuevamente lo que a este le pertenece –dijo mientras con mucha dificultad comenzaba a ponerse de pie
-No seas tonta… como muy bien sabrás tu poder se acaba donde el mío comienza, es el ciclo normal de las cosas, aunque tu seas una guerrera que se encuentra en su sitio, algún día haz de entregar tu trono y ese día ha llegado como siempre ha ocurrido –dijo mientras se detuvo frente a la joven de apariencia cansada
-¡Yo! ¡Entregar mi trono!.. Ni en tus sueños más profundos… esta batalla aun no ha comenzado y aun no tiene ganador, así que no te declares vencedora todavía
-Que triste realidad es la que vives, vives en un mundo de falacias en la cual no te has dado cuenta de cómo esto esta regido… miserable y llena de vergüenza es tu vida ahora, si aun no comprendes el “Orden Natural” -dijo con gran astucia mientras en su mente analizaba el terreno y la situación
-Miserable es tu vida... ya que si no has de luchar, ven y ataca si lo que deseas es este lugar… -dijo de forma muy agresiva
-ilusa… -dijo mientras la aprisiono de pies y manos en contra de un árbol –si realmente quisieras pelear, te hubieras percatado de la trampa que te tendí
-tal vez… pero creo que lo que importa es la estrategia… -dijo con una amplia sonrisa en el rostro –entonces que esperas para acabar conmigo… matadme si es lo que realmente deseas
-lo haré… simplemente se que realmente ansias que haga esto… así que realmente paz es lo que te daré… -dijo mientras acerco su rostro a los labios de la joven de vestido marrón
La joven de cabellera dorada, comenzó con el beso mas apasionado que el frió y el calor jamás se habían dado, aquel beso tan simbólico hizo que poco a poco el otoño se cristalizara y se convirtiera en un polvo brillante color ocre alejándose de aquel lugar, dejando todo atrás y sin retorno alguno.
-dentro de un año, lo mismo ocurrirá y estaré esperando poder estar cerca una vez mas de ti, -dijo mientras su cuerpo se desvanecía y comenzaba a formar parte de la gélida noche.
El sol se acercaba y con el la luz del día, poco a poco la nieve comenzaba a caer, borrando las huellas de la existencia de aquellas jóvenes, amantes y guerreras a su vez.
Fin.
La respiración entrecortada de la joven que se encontraba de bruces en el frió suelo, reflejaba en su rostro un intenso dolor que pereciese eterno y sin fin. El vestido ocre de la joven desfalleciente era simple como el de la otra dama, solo que sus pulseras y collares eran de madera de caoba, y su cabellera era negra y larga recogida por unas pinzas hechas del mismo material al de sus accesorios.
-Oh dulce sufrimiento es el que te he causado… no hay nada mas reconfortante que apoderarme una vez mas de lo que me ha pertenecido… -dijo la joven del vestido azul mientras lentamente se acercaba a la otra.
-Débil estoy, mi cuerpo desgastado se encuentra, pero mi alma arde como la de un guerrero que nunca se rinde y trata de obtener nuevamente lo que a este le pertenece –dijo mientras con mucha dificultad comenzaba a ponerse de pie
-No seas tonta… como muy bien sabrás tu poder se acaba donde el mío comienza, es el ciclo normal de las cosas, aunque tu seas una guerrera que se encuentra en su sitio, algún día haz de entregar tu trono y ese día ha llegado como siempre ha ocurrido –dijo mientras se detuvo frente a la joven de apariencia cansada
-¡Yo! ¡Entregar mi trono!.. Ni en tus sueños más profundos… esta batalla aun no ha comenzado y aun no tiene ganador, así que no te declares vencedora todavía
-Que triste realidad es la que vives, vives en un mundo de falacias en la cual no te has dado cuenta de cómo esto esta regido… miserable y llena de vergüenza es tu vida ahora, si aun no comprendes el “Orden Natural” -dijo con gran astucia mientras en su mente analizaba el terreno y la situación
-Miserable es tu vida... ya que si no has de luchar, ven y ataca si lo que deseas es este lugar… -dijo de forma muy agresiva
-ilusa… -dijo mientras la aprisiono de pies y manos en contra de un árbol –si realmente quisieras pelear, te hubieras percatado de la trampa que te tendí
-tal vez… pero creo que lo que importa es la estrategia… -dijo con una amplia sonrisa en el rostro –entonces que esperas para acabar conmigo… matadme si es lo que realmente deseas
-lo haré… simplemente se que realmente ansias que haga esto… así que realmente paz es lo que te daré… -dijo mientras acerco su rostro a los labios de la joven de vestido marrón
La joven de cabellera dorada, comenzó con el beso mas apasionado que el frió y el calor jamás se habían dado, aquel beso tan simbólico hizo que poco a poco el otoño se cristalizara y se convirtiera en un polvo brillante color ocre alejándose de aquel lugar, dejando todo atrás y sin retorno alguno.
-dentro de un año, lo mismo ocurrirá y estaré esperando poder estar cerca una vez mas de ti, -dijo mientras su cuerpo se desvanecía y comenzaba a formar parte de la gélida noche.
El sol se acercaba y con el la luz del día, poco a poco la nieve comenzaba a caer, borrando las huellas de la existencia de aquellas jóvenes, amantes y guerreras a su vez.
Fin.
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